jueves, 25 de noviembre de 2010

LA CORONA DEL ADVIENTO

La palabra ADVIENTO es una palabra latina que quiere decir VENIDA, LLEGADA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
La corona de Adviento es el primer anuncio de Navidad. Es una costumbre popular nacida en Europa, que se ha venido extendiendo y haciéndose popular aun entre nosotros y se puede hacer tanto en casa como en el templo. La corona no es un rito litúrgico, pero es una buena manera de marcar el paso de las semanas de Adviento para poder vivirlas más plenamente. El signo consiste en una corona de follaje verde (sin flores, que serán más propias de la Navidad), la forma redonda simboliza la eternidad y el color verde la esperanza y la vida. El rojo, con el que se suele adornar, simboliza el amor de Dios que nos envuelve y también nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. Además de estas raíces simbólicas universales se añade el signo cristiano de la luz como salvación, los cuatro cirios vistosos expresan la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida. La corona se puede colgar del techo con un lazo o se puede poner en otro lugar adecuado y visible. El rito consiste en encender cada uno de los domingos del Adviento el número de cirios correspondiente: uno el primer domingo, dos el segundo, etc. De esta manera se señala el paso de las semanas hasta Navidad.
Cuando se hace en casa, el encendido de la luz de corona se puede hacer en la noche con la familia reunida, acompañado de una plegaria. Sería muy significativo que cada domingo la encendiera un miembro diferente de la familia: papá, mamá, hijos...
Este signo es útil tanto para los niños como para los adultos, para ayudarles a tomar conciencia de este tiempo litúrgico y para no olvidar la importancia que tiene vivir el sentido de los diversos momentos del año litúrgico. En medio de un ambiente pagano y descreído, que tiende a celebrar la Navidad solamente como fiesta comercial, la corona de Adviento puede ser un pequeño símbolo de los valores humanos y cristianos que deberían centrar nuestra atención en estos días.
Que la Corona de Adviento nos ayude en el crecimiento de la esperanza y sea un signo que nos recuerde la necesidad de estar siempre vigilantes para  el  encuentro con Jesucristo, el Dios que vino, viene y vendrá.
Oraciones para encender las velas de la corona
Primer domingo
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquel que enciende su lámpara
para salir en la noche,
al encuentro del amigo que ya viene.
En esta primera semana del Adviento
queremos levantarnos para esperarte preparados,
para recibirte con alegría.

Muchas sombras nos envuelven.
Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes,
porque tú nos traes la luz más clara,
la paz más profunda,
y la alegría más verdadera.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
Segundo domingo
Los profetas mantenían encendida
la esperanza de Israel.

Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas.

El viejo tronco está rebrotando,
florece el desierto...

La humanidad entera se estremece
porque Dios se ha sembrado en nuestra carne.

Que cada uno de nosotros, Señor,
te abra su vida para que brotes,
para que florezcas, para que nazcas,
y mantengas en nuestro corazón
encendida la esperanza.

Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
Tercer domingo
En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.

Se anuncia la buena noticia:
¡El Señor va a llegar!
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Adornad vuestra alma
como una novia que se engalana el día de su boda.

Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles,
llama para que calientes.

¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor.
Cuarto domingo
Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en Ella, la Virgen,
tu madre y nuestra madre.

Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.

Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en Ella,
como el grano de trigo se siembra en el surco.

Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!
Plegaria breve para repetir cada domingo
Jesús, ven entre nosotros.
Nosotros queremos compartir tu venida.
Nosotros queremos recibirte.
Nosotros esperamos que nos traigas tu luz, tu paz, tu amor. Amén.
La gracia del Adviento
Es un tiempo hecho sacramento: signo eficaz de la gracia que Dios comunica a su Iglesia y de la fe con que la comunidad eclesial acoge este don siempre nuevo de Dios. La historia de la salvación se actualiza sacramentalmente.
El Adviento forma una unidad de movimiento con la Navidad y la Epifanía. Las tres palabras vienen a significar lo mismo: venida, nacimiento, manifestación. El Dios que ha querido ser Dios-con-nosotros entró hace dos mil años en nuestra historia en Belén, pero la actualiza sacramentalmente cada año en este tiempo fuerte de seis o siete semanas: desde el primer domingo del Adviento hasta la fiesta del Bautismo del Señor.
Un tiempo que ante todo es de gracia, y a la vez constituye como una formación permanente y una profundización de la vida cristiana en sus actitudes fundamentales de fe y esperanza.
Las lecturas dominicales y las de feria
En el Adviento, las lecturas principales y más céntricas, tanto de los profetas como del evangelio, se han reservado para los cuatro domingos. En estos días aparecen, por ejemplo, las llamadas a la vigilancia escatológica del final de los tiempos, las consignas del Bautista sobre la conversión y la preparación de los caminos del Señor, y la preparación inmediata de la Navidad.


En las ferias, por medio de un Leccionario totalmente nuevo, se complementa y profundiza este mensaje para los que celebran la Eucaristía con un ritmo diario. Y siempre, domingos y ferias, la Palabra de Dios nos va iluminando y guiando, consolando y juzgando, para que nos preparemos bien a la celebración de la Navidad.

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Que el Señor siempre lo lleves en el corazon